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07 de septiembre 2024
La rabia, una zoonosis causada por virus del género Lyssavirus, es una de las enfermedades más antiguas y aterradoras que ha acompañado a la humanidad desde sus orígenes. Este virus, que ataca el sistema nervioso, es casi siempre letal una vez que los síntomas aparecen(1, 2).
Se transmite principalmente a través de la mordedura de animales infectados, y los perros siguen siendo el principal vector de transmisión a los humanos. A pesar de los enormes avances científicos y médicos, como el desarrollo de la vacuna por Louis Pasteur en el siglo XIX, la rabia sigue cobrándose la vida de más de 59,000 personas cada año, principalmente en áreas rurales de Asia y África(3, 4, 5).
Este artículo busca hacer un recorrido histórico por la evolución de esta enfermedad, desde sus primeras menciones en la antigüedad hasta los esfuerzos actuales para erradicarla. Además, exploraremos algunas de las creencias y remedios populares que han surgido en diferentes épocas, y cómo el desarrollo de la ciencia ha permitido controlar una enfermedad que parecía imparable.
1. Primeras Referencias Históricas
La rabia es una de las enfermedades documentadas más antiguas, y su historia abarca miles de años en diversas civilizaciones. Desde Mesopotamia hasta Roma, pasando por Egipto, Grecia, China e India, la humanidad ha intentado comprender y controlar esta enfermedad mortal de diferentes maneras.
Mesopotamia y los Primeros Registros Escritos
La primera mención conocida de la rabia se encuentra en el Código de Eshnunna (alrededor de 1800 a.C.)(6, 1, 7, 8) un conjunto de leyes de la antigua Mesopotamia. Este código establecía la responsabilidad de los dueños de perros rabiosos, imponiendo multas si un perro infectado causaba la muerte de una persona. Este hecho refleja la preocupación temprana por controlar la rabia, regulando la interacción entre humanos y animales.
Código de Eshnunna. (1800) ac. National Museum of Iraq. Extraído de lampuzo.wordpress.com
Egipto y las Creencias Religiosas
En el antiguo Egipto, la rabia era percibida como un castigo divino. Los egipcios creían que los perros infectados con rabia estaban poseídos por un demonio, y se invocaba a la deidad San Taraba para expulsar el mal del cuerpo de la persona afectada(9). Se utilizaban remedios simbólicos, como la aplicación de cenizas de animales en las heridas de las personas mordidas.
Babilonia: La Diosa Gula y el Código de Hammurabi
En Babilonia, alrededor del 1800 a.C., el Código de Hammurabi también incluía leyes sobre la responsabilidad de los dueños de perros peligrosos que causaran daño a personas. La enfermedad era vista como una maldición divina(10), y los babilonios adoraban a Gula, la diosa de la sanación, para pedir su intervención contra la rabia y otra enfermedades.
Grecia Antigua y la Mitología
En la antigua Grecia, la rabia se reflejaba en la mitología a través de figuras como Artemis(9, 10), la diosa de los animales salvajes. Se creía que Artemis podía castigar a los humanos haciendo que sus perros contrajeran rabia. Aristóteles (384-322 a.C.) fue uno de los primeros en observar que la rabia podía ser transmitida por la saliva de los animales infectados(9).
Roma: Legislación y Observación
Los romanos también tenían leyes para regular los perros peligrosos, similares a las de Mesopotamia y Babilonia. El médico Celso (25 a.C. – 50 d.C.)(9) documentó los síntomas de la rabia, describiendo la hidrofobia y los espasmos musculares como parte del progreso de la enfermedad. Además, los romanos utilizaron el término "virus" para referirse a las secreciones infecciosas de los perros rabiosos.
Asia: Tratados y Medicina Tradicional
En Asia, la rabia también se documentó en tiempos antiguos(9, 10). En China, durante el período de 470-221 a.C., se utilizaba un tratamiento similar a la cauterización para las mordeduras de perros rabiosos. En la India, el texto médico Sucrutasamitá, del siglo I, describe remedios para la rabia, incluyendo la aplicación de hierbas sobre las heridas(11, 9).
En definitiva, la rabia ha sido una preocupación global a lo largo de milenios. Desde Mesopotamia hasta China, las sociedades antiguas intentaron regular y comprender la enfermedad con los conocimientos limitados de la época. Estas primeras menciones y tratamientos rudimentarios no solo revelan el temor que la rabia causaba, sino también el deseo constante de controlarla y sobrevivir ante una amenaza invisible pero mortal. Este recorrido histórico nos recuerda cómo, desde las primeras civilizaciones, la humanidad ha luchado por contener una enfermedad que aún hoy sigue presente en varias regiones del mundo.
2. La Edad Media y los Mitos en Europa
Durante la Edad Media, la rabia era una enfermedad envuelta en supersticiones y creencias religiosas. Sin el conocimiento científico necesario para comprender cómo se transmitía, las sociedades medievales a menudo asociaban la rabia con castigos divinos o la influencia de fuerzas malignas. En una Europa que enfrentaba continuos brotes de rabia, las respuestas a la enfermedad solían ser una mezcla de rituales religiosos y tratamientos rudimentarios.
Creencias y Tratamientos Rudimentarios
Uno de los tratamientos más comunes para las mordeduras de animales rabiosos en la Edad Media era la cauterización de las heridas(8, 9, 10). Este procedimiento consistía en aplicar hierro al rojo vivo sobre la herida con la esperanza de "quemar" el veneno y evitar que la enfermedad se desarrollara. Aunque este método tenía algunos beneficios al reducir el riesgo de infección en general, no era eficaz contra el virus de la rabia. Sin embargo, la desesperación ante una enfermedad casi siempre mortal hacía que este tipo de tratamiento fuera visto como una de las pocas soluciones posibles.
Las oraciones y los rituales religiosos también desempeñaban un papel central en la búsqueda de protección y cura(6). Las personas mordidas por animales rabiosos acudían a las iglesias, donde se imploraba la ayuda divina para evitar el desarrollo de la enfermedad. La conexión entre la rabia y lo sobrenatural era reforzada por la falta de explicaciones médicas precisas, lo que fomentaba la creencia de que solo una intervención divina podía salvar a los afectados.
San Humberto: El Protector Contra la Rabia
Uno de los aspectos más notables de la rabia en la Edad Media fue la veneración a San Humberto(9), considerado el santo protector contra la rabia. San Humberto, un obispo franco del siglo VII, fue asociado con la caza y los perros, por lo que se le invocaba como intercesor cuando una persona era mordida por un perro rabioso. Se creía que su intervención podía prevenir la enfermedad, y surgió la costumbre de aplicar llaves candentes en las heridas provocadas por perros infectados, en lo que se conoció como "las llaves de San Humberto"(6, 9, 10). Este método, basado más en la fe que en la ciencia, era uno de los pocos remedios conocidos en la época.
La Hidrofobia y el Miedo al Agua
Uno de los síntomas más aterradores y conocidos de la rabia en sus etapas finales era la hidrofobia, o miedo al agua(1, 8, 9, 10). Las personas infectadas con rabia desarrollaban espasmos musculares que les impedían tragar líquidos, lo que provocaba que rechazaran el agua, un comportamiento que era interpretado como un signo de posesión o castigo divino. La formación de espuma en la boca y los episodios de agitación aumentaban la percepción de que los pacientes estaban bajo la influencia de fuerzas malignas.
Este comportamiento, junto con la alta mortalidad de la rabia, hizo que la enfermedad fuera vista con gran temor en las sociedades medievales. Las personas afectadas eran tratadas con desconfianza y, en algunos casos, aisladas, ya que se creía que su contacto podría ser peligroso no solo físicamente, sino espiritualmente.
Durante la Edad Media, la rabia no solo era temida por su alta mortalidad, sino también por el aura de misticismo y superstición que la rodeaba. Las personas afectadas, al carecer de opciones médicas efectivas, recurrían a la religión y a prácticas rudimentarias en su lucha desesperada contra la enfermedad. Estas creencias y métodos reflejan una época en la que el conocimiento sobre las enfermedades infecciosas era limitado, y el miedo a lo desconocido moldeaba la forma en que la rabia era comprendida y enfrentada.
3. La Rabia en América Precolombina y Colonial(8)
Antes de la llegada de los europeos, la rabia no era una enfermedad endémica en el continente americano. Aunque ya existían algunos vectores, como los murciélagos vampiros y algunos otros animales de ámbito rural, éstos no provocaban brotes significativos de rabia en humanos debido a la ausencia de animales domésticos que facilitaran la propagación del virus entre humanos.
Sin embargo, con la llegada de los colonizadores en el siglo XVI, los animales domésticos, principalmente los perros, comenzaron a ser los principales vectores de transmisión de la enfermedad a los humanos. Los colonos europeos trajeron consigo la rabia, y los primeros brotes comenzaron a aparecer de forma aislada en diversas zonas urbanas de América.
Primeros brotes en América
Las primeras apariciones documentadas de la rabia en América Latina se dieron en México, donde el ganado y los perros domésticos desempeñaron un papel clave en la transmisión de la enfermedad. En Perú, ya en el siglo XVI, las fuentes coloniales relatan cómo la rabia comenzó a afectar tanto a los animales como a los humanos, aunque aún no se comprendía del todo cómo se transmitía la enfermedad. Brasil también registró brotes esporádicos durante este periodo colonial, vinculados a las áreas urbanas donde los perros callejeros empezaron a proliferar.
A lo largo del siglo XVII, la enfermedad se expandió lentamente en diversas regiones del continente, pero su impacto aún era limitado en comparación con otras enfermedades. No fue hasta el siglo XVIII cuando la rabia se estableció de manera más generalizada en las zonas urbanas de América Latina, alcanzando niveles de preocupación pública más altos debido al aumento de la población de animales domésticos.
El Perro en el Punto de Mira: Agente Principal de Transmisión
A medida que los brotes se extendían, el perro se consolidó como el principal agente de transmisión de la rabia a los humanos. En las zonas urbanas coloniales, donde la presencia de perros callejeros se volvió un problema constante, las autoridades comenzaron a implementar medidas más estrictas para controlar la población canina y reducir el riesgo de contagio. Las matanzas de perros callejeros fueron comunes, especialmente en las grandes ciudades, donde se registraban los brotes más graves.
El control de los perros callejeros no solo fue una medida sanitaria, sino también una forma de reducir el miedo generalizado a la enfermedad, que seguía siendo vista como un fenómeno incomprensible y aterrador. En muchos casos, los sacrificios de animales infectados se realizaban en público como una muestra de control sobre la enfermedad.
Ciencia y Superstición: Creencias en Tensión
Durante el periodo colonial, la ciencia y la superstición convivían en un delicado equilibrio. Aunque las autoridades y los médicos intentaban aplicar las ideas científicas de la época para controlar la enfermedad, la falta de conocimientos sobre la transmisión exacta del virus hizo que se mantuvieran fuertes creencias populares y prácticas supersticiosas. En algunas regiones, las mordeduras de perros rabiosos eran tratadas con rituales religiosos, como rezos o la aplicación de amuletos para intentar "expulsar" el mal de la persona afectada.
Este contraste entre ciencia y superstición refleja la dificultad de gestionar una enfermedad como la rabia en un periodo en el que aún no se habían desarrollado tratamientos efectivos ni vacunas. La cauterización de las mordeduras y la aplicación de remedios naturales seguían siendo los tratamientos más comunes, aunque su eficacia real era muy limitada.
La expansión de la rabia en América Latina desde la llegada de los europeos hasta el siglo XVIII muestra cómo la enfermedad fue poco a poco afianzándose en el continente. A pesar de los intentos de control, la falta de conocimiento científico sobre su transmisión y las tensiones entre la ciencia y las creencias populares complicaron la gestión de la enfermedad durante este periodo.
4. La Edad Moderna y las Madstones(10, 12, 13)
Durante los siglos XVIII y XIX, la rabia seguía siendo una enfermedad incomprendida y aterradora. Sin un tratamiento efectivo, las personas recurrían a remedios populares y supersticiones para tratar las mordeduras de animales rabiosos. Uno de los más curiosos y extendidos en esa época fueron las Madstones.
El Misterio de las Piedras Locas
Las Madstones, o bezoares, eran piedras calcáreas encontradas en los estómagos de ciertos animales, como ciervos. Se creía que podían "absorber" el veneno de la mordedura de un animal rabioso, impidiendo el desarrollo de la enfermedad. Aunque no había evidencia científica, fueron muy populares, especialmente en zonas rurales de Europa y América. Estas piedras no se compraban ni vendían, sino que se heredaban como un bien familiar preciado. Se colocaban sobre la mordedura hasta que, supuestamente, absorbían el veneno.
El Caso de Abraham Lincoln
Una anécdota famosa es la del presidente Abraham Lincoln, quien en 1859 llevó a su hijo Robert a tratarse con una Madstone tras ser mordido por un perro. Aunque la historia no está documentada de manera sólida, destaca la fe que personas educadas como Lincoln tenían en estos remedios.
Superstición y Desesperación en la Edad Moderna
El uso de estas piedras refleja la desesperación de la gente ante la falta de opciones reales para tratar la rabia. A pesar de que en 1885 Louis Pasteur desarrolló la vacuna contra la rabia, muchos continuaron confiando en remedios como las Madstones, debido al miedo a la enfermedad y la desconfianza hacia las nuevas técnicas médicas.
En definitiva, aunque sin base científica, son un ejemplo de cómo la humanidad ha intentado lidiar con enfermedades aterradoras. Su uso persistió durante siglos, recordándonos cómo el miedo y la falta de conocimiento llevaron a confiar en prácticas que, aunque hoy parecen absurdas, fueron en su momento vistas como la única esperanza.
5. La Revolución Científica: Pasteur y la Vacuna
El siglo XIX marcó un punto de inflexión en la historia de la rabia, cuando la ciencia finalmente comenzó a ofrecer soluciones a una enfermedad que había aterrorizado a la humanidad durante milenios. El avance crucial en esta lucha llegó de la mano del renombrado científico francés Louis Pasteur, cuyos descubrimientos sentaron las bases de la microbiología moderna y dieron lugar a la primera vacuna efectiva contra la rabia.
El Contexto Científico de la Época
Antes de Pasteur, la rabia seguía siendo una enfermedad misteriosa(9, 10). Aunque se sabía que la enfermedad era transmitida por la mordedura de animales infectados, no había una comprensión clara de la causa subyacente. Los médicos de la época intentaban diversos tratamientos, desde la cauterización hasta remedios populares como las Madstones(10, 12, 13), pero ninguno resultaba efectivo para prevenir la muerte una vez que aparecían los síntomas.
Louis Pasteur, que ya había revolucionado el campo de la ciencia con sus investigaciones sobre los microorganismos y la fermentación(6, 9, 10,14, 15), se propuso encontrar una solución para la rabia. Pasteur sospechaba que la rabia era causada por un agente infeccioso invisible, lo que le llevó a realizar experimentos en animales infectados para estudiar el comportamiento del virus.
Kit de Vacunación de los primeros años del s.XX. Extraído de americanhistory
El Desarrollo de la Vacuna contra la Rabia
Entre 1880 y 1885, Pasteur y su equipo comenzaron a trabajar en un tratamiento para la rabia. Mediante una serie de experimentos, lograron desarrollar una vacuna atenuada, que consistía en inyectar un virus debilitado en los pacientes para estimular su sistema inmunológico sin causar la enfermedad. Los experimentos iniciales se llevaron a cabo en perros, con resultados alentadores.
El verdadero avance llegó en 1885, cuando Pasteur aplicó su vacuna por primera vez en un ser humano: Joseph Meister(16, 17), un niño de 9 años que había sido gravemente mordido por un perro rabioso. El niño fue tratado con una serie de inyecciones de la vacuna experimental, y su vida fue salvada. Este caso fue ampliamente difundido en la prensa de la época y consolidó a Pasteur como uno de los mayores científicos de su tiempo.
El Impacto Global de la Vacuna
El éxito de la vacuna de Pasteur no solo salvó a Joseph Meister, sino que también cambió la manera en que la humanidad combatía la rabia. Tras su éxito, personas mordidas por animales rabiosos acudían a París para recibir tratamiento. En 1888, se inauguró el Instituto Pasteur, una institución dedicada a la investigación de enfermedades infecciosas y la producción de la vacuna contra la rabia. En los años siguientes, las campañas de vacunación masiva en humanos y animales se implementaron en todo el mundo, lo que permitió reducir significativamente la incidencia de la rabia en las zonas urbanas.
El Legado de Pasteur y la Vacuna
El desarrollo de la vacuna contra la rabia marcó un antes y un después en la lucha contra las enfermedades infecciosas. No solo fue la primera vacuna efectiva contra la rabia, sino que también sentó las bases para el desarrollo de otras vacunas y tratamientos en el futuro. El trabajo de Pasteur no solo salvó miles de vidas, sino que también transformó la medicina preventiva.
Aunque hoy en día la rabia sigue siendo un problema en algunas regiones del mundo, el legado de Pasteur ha permitido a la humanidad controlar y prevenir la propagación de la enfermedad a una escala sin precedentes. A través de la vacunación y las campañas de concienciación, el objetivo de "Rabia Cero" está cada vez más cerca de hacerse realidad(18, 19, 20).
El trabajo de Louis Pasteur revolucionó el tratamiento de la rabia y mostró al mundo el poder de la ciencia para resolver problemas médicos que durante siglos parecieron insuperables. Su vacuna fue el primer paso hacia el control efectivo de una enfermedad que había aterrorizado a las sociedades humanas durante milenios, y su legado sigue vivo hoy en día en cada campaña de vacunación que se realiza para erradicar la rabia en todo el mundo.
6. La Rabia en América Moderna
A lo largo del siglo XX, la rabia continuó siendo una amenaza importante en América Latina, especialmente en áreas rurales donde las condiciones de vida dificultaban su control. A pesar de los avances en la vacunación en humanos y animales, la enfermedad persistió como un problema de salud pública.
El Desarrollo de Vacunas en América Latina
Uno de los hitos clave en la lucha contra la rabia fue el desarrollo de la vacuna antirrábica por los científicos chilenos Fuenzalida y Palacios en la década de 1950(9, 21, 22). Esta vacuna, más económica y fácil de producir, permitió a varios países de la región implementar campañas masivas de vacunación en perros, reduciendo significativamente la incidencia de la rabia en áreas urbanas.
Murciélagos Vampiros: Un Vector Único en América Latina
En América Latina, los murciélagos vampiros son un vector importante de transmisión de la rabia(8, 11), especialmente en áreas rurales donde atacan al ganado. A pesar de los esfuerzos de control, como la vacunación del ganado y la reducción de las poblaciones de murciélagos, estos animales siguen siendo un reto en algunas regiones.
Campañas de Vacunación y Educación
Las campañas de vacunación masiva en perros y gatos han sido clave en la reducción de los casos de rabia en humanos en América Latina(9). Estas campañas, junto con programas de educación pública, han contribuido a concienciar sobre la importancia de la vacunación y el tratamiento inmediato tras una mordedura.
El Desafío Actual: La Rabia en Zonas Rurales
A pesar del éxito en áreas urbanas, la rabia sigue siendo un problema en zonas rurales, donde el acceso a la atención médica es limitado y el control de la población de perros callejeros presenta desafíos. Los murciélagos vampiros también continúan afectando a los ganaderos, lo que representa un reto tanto sanitario como económico.
El Futuro de la Lucha contra la Rabia en América
Aunque América Latina ha avanzado mucho en la lucha contra la rabia, para alcanzar el objetivo de "Rabia Cero" será necesario ampliar el acceso a las vacunas, especialmente en las áreas más vulnerables, y mejorar los programas de control de murciélagos y perros callejeros.
La rabia sigue siendo un desafío en América Latina, sobre todo en zonas rurales y comunidades vulnerables. No obstante, los esfuerzos de vacunación masiva y las iniciativas de control animal han acercado más que nunca el objetivo de erradicar la rabia en la región.
7. Situación Global Actual de la Rabia
Aunque la rabia ha sido erradicada en gran parte de Europa y América del Norte, sigue siendo una amenaza grave en muchas regiones del mundo, particularmente en África, Asia y América Latina. Estas áreas enfrentan grandes desafíos en el control de la rabia(4, 23) debido a la falta de acceso a vacunas, la gran población de perros callejeros y la limitada infraestructura de salud pública.
África(27)
En África, la rabia sigue siendo responsable de miles de muertes cada año, especialmente en las áreas rurales donde los perros callejeros son el principal vector de transmisión. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que alrededor del 40% de las muertes por rabia a nivel mundial ocurren en niños menores de 15 años en África. A pesar de los esfuerzos de vacunación, muchos países africanos carecen de programas adecuados para controlar la población canina, y la falta de educación pública sobre la prevención de la rabia sigue siendo un obstáculo importante.
Asia(4, 23, 25)
En India, el país con la mayor carga de rabia en el mundo, se reportan aproximadamente 20,000 muertes al año debido a esta enfermedad. La gran cantidad de perros callejeros y la falta de un acceso extendido a la profilaxis post-exposición (PEP) son los principales factores que contribuyen a esta alta tasa de mortalidad. En otras partes de Asia, como China, aunque los casos de rabia en humanos han disminuido en las últimas décadas, la enfermedad ha comenzado a expandirse geográficamente hacia nuevas provincias, afectando tanto a humanos como a animales. En China, la vacunación masiva de perros sigue siendo limitada, y el enfoque ha estado más en el tratamiento post-exposición, lo que resulta costoso y menos eficaz para controlar la propagación de la enfermedad.
El control de la rabia en China enfrenta varios desafíos(2), incluyendo la dificultad de vacunar a la vasta población de perros callejeros y el creciente problema de la transmisión de la rabia entre animales salvajes, como zorros y perros mapaches. Además, la transmisión entre especies sigue complicando los esfuerzos de control, ya que el virus se ha detectado en animales salvajes como los murciélagos y tejones en el sudeste del país.
El Futuro de la Lucha Global contra la Rabia
A pesar de estos desafíos, existen esfuerzos globales coordinados para erradicar la rabia. La iniciativa "Rabia Cero para 2030" de la Organización Mundial de la Salud (OMS)(20) y la Alianza Global para el Control de la Rabia(19) tiene como objetivo eliminar las muertes humanas por rabia transmitida por perros mediante la vacunación masiva de animales y la mejora del acceso a la profilaxis post-exposición. Sin embargo, para lograr este objetivo, será necesario un compromiso continuo por parte de los gobiernos y una mayor educación pública sobre la prevención de la rabia.
Mapa de la distribución de la Rabia de la Organización Mundial de la Salud
8. Conclusión
A lo largo de la historia, la rabia ha sido una enfermedad que ha aterrorizado a la humanidad, causando la muerte de innumerables personas y animales. Desde las primeras referencias en textos antiguos hasta los avances científicos más recientes, la humanidad ha luchado por comprender y controlar esta enfermedad mortal. En cada época y cultura, la rabia ha dejado una huella profunda, tanto en las creencias populares como en los enfoques médicos.
Durante milenios, las civilizaciones antiguas intentaron lidiar con la rabia a través de leyes, mitos y supersticiones. Desde el Código de Eshnunna en Mesopotamia hasta las creencias en las Madstones en el siglo XIX, la falta de conocimiento sobre el virus y su transmisión llevó a la creación de una serie de remedios y rituales que hoy en día nos parecen ineficaces, pero que en su momento representaban la única esperanza.
La llegada de la Revolución Científica y el desarrollo de la primera vacuna efectiva contra la rabia por Louis Pasteur en 1885 marcaron un punto de inflexión en la lucha contra la enfermedad. A partir de ese momento, la vacunación se convirtió en la principal herramienta para combatir la rabia, y las campañas de vacunación masiva en animales y humanos comenzaron a reducir drásticamente la incidencia de la enfermedad en todo el mundo.
En América Latina, la rabia sigue siendo un desafío, especialmente en áreas rurales y entre las comunidades más vulnerables. Los esfuerzos para controlar la rabia en animales, particularmente en perros y murciélagos vampiros, han tenido éxito en gran medida, pero la enfermedad persiste en algunas regiones debido a las dificultades para acceder a la atención médica y a la vacunación. Sin embargo, la colaboración internacional y los programas de vacunación masiva han demostrado ser efectivos, y el objetivo de "Rabia Cero" en América está cada vez más cerca de hacerse realidad.
A pesar de los avances logrados, la rabia sigue causando la muerte de miles de personas cada año, la mayoría de ellas en países en desarrollo donde el acceso a la atención médica es limitado. El camino hacia la erradicación total de la rabia requiere no solo el fortalecimiento de las campañas de vacunación, sino también la educación y la sensibilización de las comunidades para que comprendan la importancia de la prevención y el tratamiento rápido(4).
El legado de figuras como Louis Pasteur y los avances científicos que se han producido desde entonces nos recuerdan que, con las herramientas adecuadas y la colaboración internacional, es posible erradicar enfermedades que durante siglos han sido una amenaza mortal para la humanidad.
Reflexión Final
La historia de la rabia es un recordatorio de cómo las enfermedades pueden moldear la historia de las civilizaciones. A lo largo de los siglos, la humanidad ha buscado respuestas para combatir esta enfermedad mortal, y hoy, gracias a la ciencia y a los esfuerzos globales, estamos más cerca que nunca de eliminarla para siempre. Sin embargo, la lucha no ha terminado, y solo mediante el compromiso continuo y la cooperación internacional podremos lograr un mundo libre de rabia.
Referencias.
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