Eliminar las muertes invisibles: el lamentable estado de los datos mundiales sobre la rabia y su impacto en el progreso hacia los objetivos de desarrollo sostenible de 2030 para las enfermedades tropicales desatendidas

Catherine Swedberg, Katrin Bote, Luke Gamble, Natael Fénelon, Alasdair King y Ryan M. Wallace (2024)

 

Introducción

 

La rabia es una de las enfermedades más antiguas conocidas por la humanidad, y a pesar de que es prevenible, sigue cobrando miles de vidas cada año. Clasificada como una enfermedad tropical desatendida (NTD, por sus siglas en inglés), afecta principalmente a las comunidades más vulnerables, aquellas con poco acceso a servicios de salud y recursos limitados. Este problema global se ve agravado por la falta de datos precisos y la infra-reportación de casos, lo que limita las estrategias de prevención y control.

 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha propuesto eliminar las muertes humanas por rabia mediada por perros para el año 2030, como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Sin embargo, la falta de información fiable dificulta el avance hacia esta meta. En este interesante artículo, la Dra. Swedberg y colaboradores exploran los principales obstáculos en la lucha contra la rabia y las soluciones propuestas para romper este ciclo de negligencia. A través de iniciativas globales como “Zero by 30” y el manejo integrado de casos de mordedura, se busca mejorar la vigilancia y prevención, salvando vidas en las comunidades más afectadas.

 

Contexto: ¿Qué hace que la rabia sea una enfermedad tan difícil de controlar?

 

La rabia es una enfermedad que, a pesar de ser prevenible, continúa siendo una de las más mortales en las regiones más vulnerables del mundo. Afecta principalmente a las comunidades rurales y marginadas, donde el acceso a la atención médica es limitado y la infraestructura de salud pública es deficiente. 

Este problema se agrava por la falta de datos precisos sobre la verdadera magnitud de la enfermedad. La mayoría de los casos de rabia humana no son reportados, lo que contribuye a una subestimación del problema y a una respuesta inadecuada por parte de las políticas de salud pública.

 

Uno de los mayores obstáculos para controlar la rabia es la falta de vigilancia y de sistemas adecuados de notificación de casos. En muchas áreas, los sistemas de salud no están capacitados para detectar correctamente los casos de rabia, lo que lleva a una subestimación del número de casos reales. Sin datos confiables, los responsables políticos no cuentan con la evidencia necesaria para priorizar el control de la rabia dentro de sus programas de salud.

 

Además, la rabia afecta de manera desproporcionada a las personas de menores recursos, quienes no siempre pueden acceder a la profilaxis postexposición (PEP), una serie de vacunas que deben ser administradas inmediatamente después de la mordedura de un animal rabioso. Estas vacunas son costosas y muchas veces no están disponibles en zonas rurales. De igual manera, la falta de campañas de vacunación masiva de perros, que son el principal transmisor de la rabia, contribuye a perpetuar la transmisión del virus en estas áreas.

 

Este ciclo de negligencia, impulsado por la falta de datos y recursos, es uno de los principales retos que enfrenta la lucha global para eliminar la rabia, especialmente en los países de bajos ingresos.

Distribución global de la rabia canina en 2023, destacando las áreas más afectadas por la enfermedad

 

Mapa Mundial de la distribución de la rabia canina en 2023 (Organización Mundial de la Salud).

 

Mapa Mundial de la incidencia de rabia transmitida por animales salvajes en 2023 (Organización Mundial de la Salud).

Distribución global de la rabia en animales salvajes en 2023, destacando las zonas más afectadas

El ciclo de negligencia

 

La rabia es una enfermedad que, a pesar de ser completamente prevenible, sigue atrapada en un ciclo de negligencia que perpetúa su impacto en las comunidades más desfavorecidas. Este ciclo comienza con la falta de datos fiables sobre la magnitud real de la enfermedad. En muchos países de bajos ingresos, la mayoría de las muertes por rabia no se registran debido a la ausencia de sistemas de vigilancia efectivos. Las personas que mueren por rabia suelen vivir en áreas rurales y marginalizadas, donde la infraestructura sanitaria es deficiente y los recursos son escasos. Sin datos precisos, es imposible medir el verdadero alcance de la enfermedad, lo que conduce a la subestimación del problema y a una falta de inversión en programas de control y prevención.

 

Este ciclo se agrava porque la rabia no deja sobrevivientes que puedan alzar la voz y abogar por políticas más efectivas. A diferencia de otras enfermedades tropicales desatendidas, que pueden causar discapacidades visibles y prolongadas, las personas que contraen rabia y no reciben tratamiento a tiempo mueren rápidamente, sin tiempo para buscar ayuda o crear conciencia sobre la enfermedad. Esto significa que la rabia sigue siendo una enfermedad invisible, tanto dentro de las comunidades afectadas como en los escenarios políticos y de salud pública.

 

Además, la falta de inversión en programas de vacunación masiva de perros, que son el principal transmisor de la rabia, perpetúa el riesgo de transmisión en las áreas afectadas. Sin una acción concertada para romper este ciclo, la rabia seguirá siendo una amenaza mortal. El ciclo de negligencia solo puede romperse si se mejora la calidad de los datos, se fortalecen los sistemas de vigilancia y se destinan más recursos a la prevención, incluyendo la vacunación de perros y el acceso universal a la profilaxis postexposición (PEP).

 

Iniciativas globales y locales para erradicar la rabia

 

A nivel global, la lucha contra la rabia ha cobrado impulso en los últimos años gracias a varias iniciativas internacionales que buscan erradicar esta enfermedad para 2030. La más destacada de estas es la estrategia "Zero by 30", impulsada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y la Alianza Global para el Control de la Rabia. Este plan tiene como objetivo eliminar las muertes humanas por rabia mediada por perros para 2030, especialmente en los países de bajos y medianos ingresos, donde la rabia es endémica.

 

Una de las herramientas clave para alcanzar esta meta es el manejo integrado de casos de mordedura (IBCM, por sus siglas en inglés). Este enfoque intersectorial involucra la colaboración entre los sistemas de salud pública y veterinaria para detectar y responder de manera más efectiva a los casos de rabia. Al monitorear a los animales que han mordido a personas, y observar su comportamiento durante un periodo de 10 a 14 días, los expertos pueden determinar si el animal está infectado y si la persona necesita recibir la profilaxis postexposición (PEP). Este método ha demostrado ser más costo-efectivo que los enfoques tradicionales, al optimizar el uso de recursos y reducir las muertes humanas por rabia.

 

Además, se han lanzado programas locales exitosos en varios países, como Haití y Tanzania, donde el IBCM ha mejorado significativamente la detección de rabia en animales y personas, ayudando a salvar vidas. En estos países, la combinación de campañas masivas de vacunación canina, educación comunitaria y acceso a PEP ha reducido el impacto de la rabia de manera considerable.

 

Estas iniciativas, aunque prometedoras, requieren un apoyo sostenido tanto financiero como logístico para garantizar su implementación en todas las regiones afectadas y lograr la eliminación de la rabia para 2030.

Campaña de vacunación de perros en Namibia en 2016 como parte de la estrategia nacional contra la rabia, apoyada por la OMSA y Alemania

Campaña de vacunación en Namibia (2016). 

© Dirección de Servicios Veterinarios (DVS) de Namibia

Desafíos actuales

 

A pesar de los avances logrados en la lucha contra la rabia, todavía persisten varios desafíos que complican el camino hacia la erradicación de esta enfermedad. Uno de los obstáculos más importantes es la falta de financiación sostenida para los programas de control, especialmente en los países de bajos ingresos donde la rabia es endémica. Muchas de las iniciativas globales, como el programa “Zero by 30”, dependen de fondos internacionales y de la voluntad política de los gobiernos locales para su implementación, lo que a menudo resulta inestable.

 

La infraestructura deficiente en las zonas rurales de estos países también es un factor crítico. En muchas áreas afectadas, los sistemas de salud no tienen la capacidad de detectar y reportar correctamente los casos de rabia, lo que lleva a la infrareportación y, en consecuencia, a la subestimación del problema. Sin un diagnóstico preciso, muchas muertes por rabia se confunden con otras enfermedades, lo que impide la implementación de respuestas adecuadas.

 

Además, el impacto de la pandemia de COVID-19 ha sido devastador para los programas de vacunación y control de la rabia. Durante la pandemia, muchos programas de vacunación masiva de perros y las campañas de profilaxis postexposición (PEP) se detuvieron, lo que permitió un aumento en los casos de rabia en algunas regiones. Ahora, con la reanudación de estos programas, los esfuerzos están centrados en recuperar el tiempo perdido y evitar que la enfermedad vuelva a propagarse.

 

Por último, la falta de concienciación sobre la gravedad de la rabia sigue siendo un reto importante. En muchas comunidades, especialmente en áreas rurales, las personas no son conscientes de la importancia de buscar tratamiento inmediatamente después de una mordedura. La educación y la sensibilización son claves para superar este desafío.

 

Conclusión: ¿Cómo podemos contribuir?

 

La rabia es una enfermedad mortal, pero también es completamente prevenible. A pesar de los grandes esfuerzos a nivel global, todavía hay mucho por hacer para eliminarla, especialmente en las comunidades más vulnerables. Mejorar la vigilancia, ampliar el acceso a las vacunas para perros y garantizar la disponibilidad de profilaxis postexposición (PEP) son pasos fundamentales para romper el ciclo de negligencia que perpetúa esta enfermedad.

 

Es crucial que las personas tomen conciencia de la importancia de vacunar a sus animales y buscar tratamiento inmediatamente después de una mordedura sospechosa. Además, los gobiernos y las organizaciones internacionales deben seguir colaborando para fortalecer los sistemas de salud y garantizar que ninguna muerte por rabia quede sin ser reportada o prevenida.

 

La erradicación de la rabia para 2030 es una meta ambiciosa, pero alcanzable. Con más recursos, educación y acción colectiva, podemos contribuir a la construcción de un futuro en el que la rabia ya no sea una amenaza para nadie. La responsabilidad es de todos, desde las comunidades locales hasta las organizaciones internacionales, para garantizar que las muertes por rabia sean cosa del pasado.

Gráfico que muestra los 4 pilares clave de la estrategia Zero by 30: vacunación de perros, vigilancia de casos, educación comunitaria y acceso a PEP

Principales pilares de la estrategia Zero by 30, que busca eliminar las muertes humanas por rabia mediada por perros para el 2030.

Para acceder a la publicación el estudio completo, hacer clic en el doi de la cita:

 

Swedberg, C., Bote, K., Gamble, L., Fénelon, N. y Wallace, R. M. (2024). Eliminating Invisible Deaths: The woeful state of global rabies data and its impact on progress towards the 2030 Sustainable Development Goals for Neglected Tropical Diseases. Frontiers in Tropical Diseases, 5, 1303359. https://doi.org/10.3389/fitd.2024.1303359

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